Los templos del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires atesoran historias que merecen ser conocidas por vecinos y turistas.
El Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires no es el que era. Decimos esto porque en nombre de la modernidad se han destruido templos con mucha historia. Un ejemplo claro de ello es la demolición de la parroquia donde se izó por primera vez la bandera argentina en la Ciudad. La primera iglesia presbiteriana de Argentina, también se encuentra en ese largo listado. Cuando Juan de Garay funda la ciudad en lo que hoy es el Casco Histórico de Buenos Aires asigna, además del espacio para la iglesia principal, cuatro manzanas para las órdenes religiosas.
Basílica San Francisco de Asís
Está comprobado que desde 1587 los franciscanos ejercieron el ministerio sagrado en la ciudad de Buenos Aires y trabajaron en la iglesia y el convento en el sitio que les había sido asignado por Juan de Garay en 1583 donde se ubica la actual basílica. https://1f05638685a4cfffeacb50ddb196019c.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html
La primera construcción del templo y el convento se inició de inmediato. Era de adobe ya que en la zona no había vegetación arbórea, y los hornos de ladrillo se construyeron mucho tiempo después. En 1604, el obispo de Paraguay, Fray Martín Ignacio de Loyola, ordenó la edificación de un nuevo convento y una nueva iglesia. La misma se erigió donde hoy se levanta la capilla de San Roque.
A principios del siglo XVIII los obispos Fray Gabriel y Fray Juan de Arregui, hermanos de religión y carnales, decidieron construir una nueva iglesia más grande, que es la que podemos ver en la actualidad. Se llevó a cabo sobre un proyecto del arquitecto jesuita Andrés Blanqui, apoyado por el sevillano Fray Vicente Muñoz. El 25 de marzo de 1754, la iglesia se inaugura. Es recién 29 años después que el templo se consagra solemnemente.
El templo actual es producto de las modificaciones realizadas hacia 1911, por el arquitecto alemán Ernest Sackman. El profesional se inspira en el barroco bávaro para realizar los cambios. La fachada principal, es muy elaborada. Se destacan las torres, las rejas del atrio y la cúpula. La Basílica San Francisco de Asís posee una nave única de casi 90 metros de largo. En los laterales se observan capillas laterales de poca profundidad. El altar derecho del crucero es el único original.
Basílica Nuestra Señora del Rosario
La Orden de los Dominicos llega al Casco Histórico de Buenos Aires a comienzos del siglo XVII. Ya instalados comienzan la construcción del primer templo de la orden, bajo la advocación de Nuestra Señora del Santísimo Rosario.
La edificación actual tiene sus bases en 1751. Este es uno de los templos que mejor preserva su estilo original. Posee una planta de tres naves con capillas laterales de poca profundidad. Quien hace turismo religioso en Buenos Aires se sorprenderá por el mausoleo que posee en su atrio. Allí descansan los restos del estadista, general y creador de la bandera argentina Manuel Belgrano, con el hábito de la orden dominica. La obra pertenece al escultor Héctor Ximénez y se realizó en 1897. Su nave principal fue decorada, en el siglo pasado, con revestimientos de mármol esculpido. https://1f05638685a4cfffeacb50ddb196019c.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html
El complejo arquitectónico posee un museo que merece ser recorrido, en el hay elementos de alto valor histórico y patrimonial. El mismo lleva el nombre de Monseñor Fray José María Bottaro, el último arzobispo franciscano de Buenos Aires.
Basílica Nuestra Señora de la Merced
Datos históricos permiten suponer que en 1604 ya existía una construcción en el solar que hoy ocupa este templo. La Orden de los Mercedarios le permuta a los Dominicos el terreno original que les había asignado Juan de Garay con la fundación. El edificio que hoy puede ver, quien realice turismo religioso en el Casco Histórico de Buenos Aires, data de principios del siglo XVIII.
La Basílica Nuestra Señora de la Merced, que está precedida por un amplio atrio que la conecta con su entorno urbano, tiene una sola nave y profundas capillas laterales. En el crucero, se levanta una cúpula sobre un tambor cilíndrico. El interior de la iglesia conserva su carácter original, aunque las pinturas decorativas y los vitrales, que se agregaron a principios de siglo pasado, lo hicieron notablemente oscuro. Los altares, son excelentes ejemplos de estilo barroco y rococó, tienen valiosas imágenes religiosas, entre las que destaca el Cristo de la Humildad y la Paciencia del siglo XVIII.
El retablo mayor es monumental, de estilo barroco, con planta curva de un solo cuerpo, dorado, con molduras ornamentales en los pilares. Está presidido por la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes. En el centro, un bajorrelieve representa la aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco y al Rey de Aragón. Este tabernáculo se reemplaza por otro realizado en el siglo XIX con un diseño dinámico.
Parroquia San Ignacio de Loyola
Este templo es el único de la Buenos Aires Colonial que no recibió la designación de Basílica Menor. De hecho, la Orden del Papa Francisco no tiene. en su ciudad natal, un templo con ese beneficio que otorga la Santa Sede. Es, según indica una placa en su atrio, el más antiguo de la ciudad, de aquella construcción sólo quedan en pie una torre y la fachada.
Originalmente los jesuitas instalaron su templo en lo que hoy es la Plaza de Mayo. Luego, se desplaza a su ubicación actual. Con un horno de ladrillos de su propiedad comienzan la construcción a fines del siglo XVII. Quien visite la ciudad haciendo turismo religioso puede participar del llamado Circuito de la Manzana de las Luces donde podrá dimensionar todo lo que la orden hizo en la capital Argentina.
La Parroquia de San Ignacio, tiene su origen en Il Gesú en Roma (Arq. Vignola, siglo XVI). Se organiza con una nave cubierta por un arbotante, flanqueado por cinco capillas laterales conectadas por arcos por donde discurre una alta galería, Detalles menos comunes, no repetidos en el siglo XVIII en Buenos Aires y que le dieron a San Ignacio una doble capacidad necesaria para para recibir a los estudiantes de la universidad y se utilizó para realizar muchos actos y celebraciones en el templo, incluidos los ayuntamientos abiertos.
La singularidad de San Ignacio, que solo comparte con la Catedral de Montevideo (Uruguay), es la cúpula de un tambor cuadrado, en el crucero y la doble altura de los pasajes. La fachada, cuya autoría está en disputa, muestra la influencia del barroco bávaro. Su Retablo Mayor, es original del siglo XVII, lo talló en madera el ebanista Lorea, una obra de arte del Casco Histórico de Buenos Aires.
Fuente: turismorelgioso.travel