El Circuito Mariano es un viaje que combina turismo y espiritualidad por la República del Paraguay. El recorrido atraviesa ciudades como Asunción, Capiatá, Ypacaraí, Caacupé, Tobatí, Atyrá, Altos y San Bernardino, un chapuzón perfecto entre historia, cultura y paisajes que emocionan.
En Asunción, destaca la Catedral Metropolitana de Asunción, símbolo máximo de la historia paraguaya. Su primera versión de adobe y palmas data de 1539, apenas dos años tras la fundación de la capital. Luego de un incendio en 1543, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el primer europeo que describió las Cataratas del Iguazú, la reconstruyó cinco años después. Décadas luego, se mudó a una zona más segura lejos de las inundaciones. Bajo el gobierno de Carlos Antonio López, en 1845, la catedral tomó la forma neoclásica que vemos hoy, con pilares estriados y un techo a dos aguas. El retablo mayor proviene del Convento de los Franciscanos y está tallado en madera policromada.
En Capiatá, la Iglesia de la Virgen de la Candelaria forma parte del alma local desde el siglo XVIII, obra del portugués José de Sousa Cavadas. Durante la sangrienta Guerra de la Triple Alianza, la imagen debió ser resguardada en Asunción y recién volvió en 1940, cuando la Inmaculada “sustituta” se hizo presente en las procesiones.
Ypacaraí suma al paseo el moderno templo Tupãrenda, del estilo neogótico, inaugurado en 2018. Sus paredes cuentan historias en pinturas celestiales, con un cielo azul repleto de 200 mil estrellas blancas que cautivan.

Caacupé ofrece la imponente Basílica de Nuestra Señora de Caacupé, santuario dedicado a la patrona de Paraguay, inaugurado en 1765. Rehecho en 1883, fue hospital en la Guerra de la Triple Alianza y altar de plegarias en el conflicto del Chaco, cuando la fe en la Virgencita Azul creció entre madres, novias e hijos en armas.
En Tobatí, la iglesia de la Inmaculada Concepción sufrió la destrucción a principios del siglo XX. A pesar de eso, conserva altos valores históricos en tres retablos de madera tallada, con la presencia del Espíritu Santo, San Jerónimo, la patrona local y otras imágenes religiosas que reflejan sus raíces y la historia del lugar.
El Complejo Marianela de Atyrá, gestionado por la congregación del Santísimo Redentor, es un homenaje arquitectónico inspirado en monasterios medievales europeos, construido con materiales y arte nacionales e internacionales, rodeado de jardines, capillas y espacios para retiros y eventos.
Altos, ciudad antigua fundada en el siglo XVI, resguarda la iglesia de San Lorenzo, estructura colonial con su torre del siglo XIX, rodeada de corredores y grandes ventanales tallados. Fue reedificada tras la Guerra de la Triple Alianza y conserva columnas cilíndricas que sostienen su techo.
Finalmente, en San Bernardino, el Mirador Bella Vista ofrece no solo vistas panorámicas del lago Ypacaraí, sino también una estatua dedicada a la Virgen Aparecida, esculpida por los artistas paraguayos Roberto y Patricia Ayala entre 1994 y 1995. San Bernardino es la auténtica capital del verano paraguayo, un lugar para refrescarse y conectarse con la espiritualidad local.
Este circuito no solo une ciudades y monumentos, sino también el alma de Paraguay, su historia y su fe, ofreciendo a cada visitante una experiencia que va más allá del turismo: una peregrinación por la identidad guaraní.

